Por: Magalí Ledesma.
Las redes sociales han democratizado la difusión de cualquier tipo de información. Cualquier persona puede compartir sus pensamientos, experiencias a un público global o con quien desee, eliminando barreras geográficas.
En este ensayo, argumentaré que la polarización política se ve alimentada por el consumo acrítico de información en las redes sociales, y que es necesario promover una cultura de diálogo y respeto entre los ciudadanos. Considero por ello, que esta apertura también ha propiciado la proliferación de las fake new, teorías conspirativas y comunidades cerradas en torno a creencias que se basan en desacreditar otros puntos de vista.
No obstante, votar, elegir, muchas veces es sinónimo de euforia, desencuentros, charlas subidas de tono, ironías hacia uno u otro grupo político, lo que no significa nada malo ni fuera de nuestros derechos como ciudadanos, sino que ese sentimiento y reacción en reiteradas ocasiones se convierte en AGRESIÓN E INSULTO hacia aquel que no adhiere a cierta ideología política.
Teniendo en cuenta que, el sufragio conlleva una responsabilidad individual lo cual supone una toma de decisión, pero en muchos de los casos se defiende a brazos partidos un determinado posicionamiento, lo que implica ir más allá del compromiso que presenta a cada ciudadano. Realidad que comienza a perder su valor y se desvirtúa en la boca de tanta gente que dice o cree saber. Para colmo defiende a ciegas, un partido político y, busca adeptos obligados a escuchar sus quejas, burlas, sarcasmos e ironías a través de un análisis “pésimo” cargado de trivialidades que no van más allá de sus propios ojos o de videos de tik tok. Aturden en los supermercados y carnicerías de la zona, como si encontraran un público que DEBA escuchar y además aplaudir su discurso.
Intolerable e interminable parecen ser esos días, ese mes de campaña. Cada espacio, es escenario oportuno para este tipo de actores, y los que no entienden de política ni historia cívica, parecen más sobresaltados en hacer entender a empujones una idea que tampoco es la suya sino la idea de alguien más. Degradante, es prestar oídos a las verdades parciales y poco analizadas que van de boca en boca, mayormente basados en scrollear horas de instagram, estados de whatsapp o reels en las redes sociales.
¡¿Todos tenemos que escuchar?!
¡¿Puede uno hablar con seguridad de un tema complejo abusando de su libertad de expresión?!
¡¿”Avanza la libertad” o retrocede?!
¡La libertad termina cuando comienza el derecho de los demás y no la imposición disfrazada de libertad! Ser libres conciudadanos, no es optativo es una posibilidad delegada basada en la democracia. No nos dejemos invadir.
Creo que estamos llegando al límite de la idiotez y el fanatismo. De la ignorancia hacia los principios y valores democráticos que deberían gobernarnos. Conocer sobre nuestra propia historia como país, es cuestión de mayordomía y debería interesarnos.
En conclusión, el problema en sí no está en el uso de las redes, pero advirtamos que mucha de esta información que circula debe ser sometida al análisis debido a que es idea de alguien más que no podemos adjudicarla como la verdad absoluta para persuadir a toda costa a nuestros semejantes. Indudablemente, este llamado no es para abortar el uso de las TIC, sino utilizarlas para el bien y la difusión de contenidos que no desplacen la violencia verbal y psicológica, respetando el libre albedrío de cada votante argentino.
El enfado y la ira si bien son parte de nuestras emociones, no debe ser el camino para transmitir abusos de expresiones ni sobrepasar el derecho del otro. El derecho de pensar y elegir libremente según sus criterios establecidos con autonomía.
